domingo, 17 de noviembre de 2013

EJERCICIO ESENIO DE PURIFICACION Y SALUD

EJERCICIO ESENIO DE PURIFICACION Y SALUD

Párate en medio de la naturaleza viviente, entre el cielo y la tierra.
  Siente la tierra bajo tus pies; siente como la tierra te carga y te sostiene.
  Siente el cielo infinito sobre ti; te inspira, te mejora, te eleva.
  En el cielo, piensa en el origen de tu espíritu y de tu inteligencia.
  En el cielo, piensa en el origen de tu alma eterna, de la más elevada   conciencia universal.
  En la tierra, piensa en el origen de tu alma terrestre, en tu conciencia   individual.
  Siéntete como una unión viviente entre las fuerzas del cielo y de la tierra,   del infinito y de lo que está en desarrollo.
  Arrodíllate en la tierra, y con tu mano derecha cava un pequeño hoyo en la   tierra.
  Coloca las dos manos juntas sobre tu pecho (el corazón místico), en señal de   oración y de unión interna con el cielo y la tierra dentro de ti.
  En esta postura sagrada, permite que una hermosa luz, la fuerza, la presencia   del cielo, fluya a través de ti: el omnipresente Padre de todos los seres   vivientes. Imagina una luz diamantina, transparente como el agua pura.
  Inclínate con amor sobre la Madre Tierra, y coloca tus manos alrededor del   pequeño hoyo. Inclínate sobre la tierra y coloca tu boca entre tus manos.
  Ofrécele con tus palabras a la tierra el agradecimiento del cielo a la Madre   Tierra; ofrécele también el agradecimiento de tu corazón y, a través de ello,   del corazón de la humanidad.
Pronuncia las palabras:
  “Madre Tierra, yo te ofrezco mi agradecimiento con todo mi corazón, y a   través de él del corazón de todos los hombres y las mujeres. Que todos los   seres que llevas en tu seno protejan, nutran y bendigan todo lo que crece.”
  Acuéstate después sobre la tierra y abandónate sobre ella. Que tu cuerpo y tu   alma nacidos de ella sean uno con la Madre Tierra y su oculto esplendor.
            

   Piensa y di:
    “Madre Tierra, elimina todas mis enfermedades y mis faltas según tu     voluntad, para que pueda recibir la bendición del espíritu divino y     trasmitirla a todos los seres vivientes, según tu voluntad”.
    Manténte en comunión, en silencio, mientras dejas que la tierra te     purifique completamente.
    Pónte nuevamente de rodillas y coloca tus manos frente a la rosa solar del     corazón.
   
Piensa en tu espíritu, siente tu alma, y di con tu fuerza vital:
  “Con amor y gratitud,
  te ofrezco mi amoroso agradecimiento lleno de luz.
  A la Madre Tierra, gracias;
  al agua de la vida, gracias;
  al precioso aire, gracias;
  al fuego sagrado, gracias;
  a los minerales, gracias;
  a las plantas, gracias;
  a los animales, gracias;
  a la humanidad que camina por el sendero de la evolución, gracias;
  a todos los ángeles, gracias;
  a la inteligencia cósmica que creó mi pensamiento, gracias;
  al océano de amor que creó mi sensibilidad, gracias;
  a la vida universal que impregnó mi futuro con la semilla de la   individualidad, gracias;
  a todos los seres del mundo, doy las gracias en Él, la única Fuente que   unifica a todos los seres en su origen y propósito”.
Cruza los brazos sobre tu pecho, inclina ligeramente tu cabeza, y   pronuncia la palabra de cierre: “Amen”.
  Entonces, rellena de nuevo el agujero que cavaste para hablar con la Madre   del mundo.