LA MEDITACIÓN


Estar atentos y ser plenamente conscientes, segundo a segundo, de nuestros pensamientos y sentimientos, de nuestro cuerpo y movimientos, de todo nuestro entorno. Eso es meditación.

Estar aquí y ahora

La meditación es una herramienta que sirve para introducirnos en nuestro interior y ver nuestras deficiencias psicológicas, emocionales y físicas. Y, desde el conocimiento de lo que somos en realidad, comenzar el camino de nuestra propia recuperación.

Normalmente vivimos en un estado de tensión y nervios en el que nuestros problemas más profundos quedan enmascarados por otros sucesos más triviales o también por la sucesión de los días en un trabajo y quehacer rutinarios.

Sin embargo, todos/as hemos sentido que el aguijón de la insatisfacción altera nuestro equilibrio emocional sin que sepamos, a ciencia cierta, encontrar el origen concreto de esa sensación de desasosiego, vacío y malestar.

Sentado tranquilamente, sin hacer nada, la primavera llega y la hierba crece por sí sola.

Muchas personas viven inmersos en el malestar y el sufrimiento y culpan de ello a las influencias externas.

Muchas de ellas están convencidas de vivir en un mundo hostil y agresivo. Pero, la explicación del comportamiento de las personas que nos rodean puede entenderse desde nuestro propio comportamiento.

Por ejemplo, si nuestra actitud es permanentemente sumisa y pasiva, es muy probable que estemos "provocando" con ello la agresividad de los demás.

Pero, ¿cómo podemos suprimir las carencias del comportamiento? Desde luego, el simple esfuerzo de la voluntad es insuficiente, pues los comportamientos humanos suelen estar demasiado enraizados en la personalidad más profunda.

La meditación es una forma de acceder al conocimiento de uno mismo y nuestro entorno, poder así vivir y sentir de una manera adecuada y de esta forma conocer el bienestar.
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MEDITACIÓN SANANDO A NUESTRA NIÑA INTERIOR


Muy dentro de nosotras vive la niña que una vez fuimos. Para la mayoría de nosotras, nuestra niña interior yace oculta bajo las capas que hemos puesto para convertirnos en adultas. En nuestra prisa para vestirnos y vivir como adultas, tal vez hemos olvidado la sabiduría y la inocencia que una vez poseímos cuando éramos niñas. Durante la meditación, podemos conectarnos con nuestra niña interior y recuperar lo que hemos olvidado. Puedes iniciar encontrando una foto de ti misma de niña que puedes ver durante unos minutos. Fotos de tu infancia funcionan muy bien para ayudarte a conectarte con esta parte tuya. Siéntate en una posición relajada, cierra los ojos y respira profundamente. Ten la intención de que te vas a conectar con tu niña interior. Espera a que aparezca una imagen de ti misma de cuando eras pequeña en tu imaginación. Ve como tu ser adulto abraza a tu niña interior. Escucha lo que te dice tu niña interior. Tal vez quiera darte la respuesta a una pregunta que has estado considerando por un largo tiempo. Después de todo, cuando eras niña, no tenías que buscar fuera de ti para saber cómo te sentías o lo que era verdadero para ti. Siempre supiste las respuestas. También puede haber una necesidad de amor, un dolor de una herida de tu niñez que ahora puedes sanar hablando con tu niña interior y ofrecerle la sabiduría y la perspectiva que llega con la madurez. O, ¡quizás sólo has olvidado como ver al mundo con la maravilla y la esperanza de la niñez! Y a tu niña interior le gustaría recordar cómo. Dile a tu niña interior que la amas y que la protegerás de cualquier daño. Abrázala y dile que siempre estarás para ella que la amaras y la mimaras. Permite que tu niña interior esté siempre activa dentro de ti. El conectarte con tu niña interior con una meditación es una herramienta muy útil, pero también te puedes conectar sin necesidad de meditar. Sal a jugar, cómprate un helado, camina en el parque. Permítete reír y divertirte. Date permiso de ser tan sabia como tu niña interior para que puedas dejar de enfocarte en lo que no es importante y comiences a vivir como si cada momento fuera precioso y unico. Tu vida estará más llena de plenitud y alegría.

Practícala siempre que te sea posible y veras como se van llenando esos espacios que te hacen sentir en algún momento triste, sola y desprotegida.
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La mente

Deberíamos aprender a serenarnos y tomarnos las cosas con mayor tranquilidad si queremos ser felices y tener buena salud.

Todos tenemos el mismo problema, se llama "mente". Como la creación del Dr. Frankestein, cuando nuestra mente escapa a nuestro control y "actúa por su cuenta", puede ser, como mínimo, una cosa molesta. En el mejor de los casos, puede hacer que nos sintamos molestos, tensos, inquietos, incapaces de relajarnos y disfrutar. En el peor de los casos, podemos convertirnos en enfermos, delincuentes o dementes. Después de todo, ¿qué es la neurosis sino la persecución de nosotros mismos por nuestra mente, y qué es psicosis sino la locura homicida de la mente en acción?

Meditar es experimentar el alivio del desasosiego y de la cháchara constante de la mente para sentir el
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silencio y la paz interior.

En realidad, "la mente" como entidad no existe. Si observamos, sólo existe una sucesión de pensamientos que es más o menos automática. Estos pensamientos surgen como burbujas salidas de ninguna parte. Algunos nos resultan agradables, otros desagradables y otros neutrales en contenido de sentimiento. A veces suelen desaparecer casi de inmediato, otras veces insisten en perdurar en nuestra conciencia, clamando por nuestra atención o acción, de manera obsesionante o persecutoria. Puesto que el sentimiento sigue al pensamiento, puede hacernos sentir cualquier cosa, desde feliz, satisfecho/a o eufórico/a, a deprimido/a desesperado/a o paranoico/a.

Estos pensamientos que, de buen o mal grado, entran en nuestras cabezas afectan a nuestros estados de ánimo, y puesto que lo que decidimos y hacemos habitualmente surge de lo que estamos sintiendo, también afectan a nuestras acciones y reacciones hacia los demás. Por consiguiente, nuestros pensamientos nos manipulan como a títeres. Cuando un pensamiento se apodera de nosotros, nos sentimos excitados; en otras ocasiones somos presa del pánico. Al recordar viejas ofensas sentimos aparecer la misma antigua ira, como si todo estuviese sucediendo de nuevo. Nuestros pensamientos nos impulsan: vamos de arriba a abajo, damos vueltas y vueltas, de un lado a otro como ratones en una rueda de molino.


El origen de toda desdicha humana comienza como un pensamiento antes de ejecutarse y de manifestarse en el plano material. Y la meditación es la única forma que tenemos para superar el dominio absoluto que nuestro pensamiento tiene sobre nuestra experiencia y nuestra manera de estar en el mundo.

La esencia de "liberarse del engranaje" es romper la identificación de nosotros/as mismos/as con nuestros pensamientos para parecernos menos a robots y dejar de ser conducidos por ellos. Darse cuenta del ser que vive detrás del pensamiento, de cómo se crea el pensador con los pensamientos es tremendamente liberador. Conseguimos comprender que no tenemos por que ser perturbados por ninguna película de desastres que se proyecte en la pantalla de la mente, por recuerdos del pasado cargados de melancolía o fantasías del futuro preñadas de fatalidad. Los problemas pueden perdurar, pero ahora llegan a ser hechos que tienen que ser manejados, y serán manejados de manera más eficaz si son vistos con claridad más que a través de la bruma de sentimientos que suele reunirse en torno a ellos.

La meditación nos permite ver lo que es real más claramente, experimentarlo más directamente, responder a ello en forma más apropiada tal como el hecho es ahora, sin ser perturbados por lo que nos dicen nuestras mentes acerca de lo que podría o debería suceder, o de lo que aconteció la última vez. Pues nuestras mentes no están en el aquí y en el ahora, sino que se hayan detenidas en el pasado o en el futuro. Tal vez lo más importante que la meditación regular hace por nosotros/as es incrementar nuestra capacidad para vivir en el momento, realzando nuestra experiencia de lo que está sucediéndonos. En realidad nos ayuda a trabajar con el corazón y la mente en fusión y llegar a nuestros sentidos"; otro modo de decirlo es que nos hace sentir más vivos, más plenamente "aquí y ahora".