lunes, 12 de agosto de 2013

Los “famosos” con déficit de atención e hiperactividad

Publicado por Miguel Jara (@MiguelJaraBlog) el 10 de agosto de 2013
¿Cuántas veces ocurre que en el colegio informan a los padres de un niño o de una niña que su vástago “no para quieto”, que molesta a sus compañeros o los distrae, que se retrasa en sus tareas, que debe padecer algún trastorno, que deberían consultar al algún pediatra o al psicólogo o al psiquiatra?
Luego el o la pediatra, psicólogo o psiquiatra, hace bien su trabajo y niega que el niño padezca trastorno alguno, que lo que sucede es que en muchos casos tiene una capacidad intelectual por encima de la media.
Un caso similar fue el de Gillian Lynne, a quien una vista al médico por sus dificultades de atención en el colegio la convirtieron en una figura muy destacada de la danza. Se graduó en la Royal Ballet School; fundó la Gillian Lynne Dance Company; y entre otras cosas, fue responsable de algunas de las producciones más exitosas del teatro musical internacional como Cats y El Fantasma de la Ópera.
Otro que sufrió el estigma de ser diagnosticado con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) fue Michael Phelps, el deportista olímpico más exitoso de todos los tiempos. A Phelps le hicieron pasar por el peligroso protocolo medicamentosos en estos casos, pastillas de Ritalin al canto. Acusado de correr, saltar y no leer más de dos párrafos sin perder la concentración, ha sido el dominador absoluto de uno de los deportes más sacrificados como es la natación.
Cuentan que Albert Einstein fue diagnosticado por su pediatra de retrasado mental. Su escolaridad fue un fracaso total. “Es lentísimo y no consigue memorizar nada, no entiende de reglas y no obedece órdenes”, comentaban de él.
Y el psicoanalista Juan Pundik, que preside la Plataforma Internacional contra la Medicalización de la Infancia y que ha escrito libros sobre el TDAH, ofrece más casos de personajes destacados de la Humanidad que hoy podían estar medicados como si fueran enfermos mentales.
A Honoré de Balzac lo expulsaron del colegio por desatento. Charles Darwin fue un alumno muy mediocre que abominaba de la escolaridad. Gustave Flaubert siendo niño, fue calificado de pasivo e inestable. Paul Cézanne consiguió aprobar el bachillerato de milagro y en una repesca final. Alexander Graham Bell, el inventor de la telefonía, detestaba el colegio y en lugar de concurrir se dedicaba a pasear. A Thomas Edison, el inventor de la bombilla eléctrica y del cine, su madre se ve obligado a retirarlo del colegio acusado de ser inestable y desordenado. El poeta Jean Cocteau fue un mal alumno, acusado de ser nervioso y distraído. Walt Disney fue considerado un mal alumno que no atendía en clase y se dedicaba en cambio a dibujar. Salvador Dalí abominaba del colegio, no atendía en clase y se dedicaba a dibujar. John Lennon suspendía todas las asignaturas, no atendía en clase, se dedicaba a componer canciones.
Tuvieron suerte. En su época aún no se había inventado Ritalin, Rubifen, Concerta, Strattera, Intuniv, Medikinet y otros nombres bajo los cuales se disfraza la cocaína pediátrica (el principio activo más usado para tratar el TDAH es el metilfenidato, una anfetamina similar a la cocaína).

Entiendo la preocupación de los padres cuyo hijos son estigmatizados así. Piensen tras leer estas líneas si en muchos casos el problema no será solución; si sus preciados infantes no esconden tras su actuar distraído y/o inquieto joyas que una sociedad sana no debe permitirse obviar.