La regresión es una técnica que en muchos de los casos, se supone, ayuda a esclarecer dudas o respuestas inconclusas que tienen las personas acerca de sus vidas pasadas, ya que la mayoría de las personas entienden que todas esas preguntas no contestadas en el pasado causan repercusión en su vida presente.
El conocimiento de la técnica es maravilloso, enriquece de una forma muy positiva el espíritu, aunque usándola con responsabilidad pues, de lo contrario, puede convertirse en un arma de doble filo: la preponderancia en hechos del pasado puede establecer una línea de continuación negativa que regiría el presente. Entiéndase que las condiciones de vidas que alguna vez se presentaron no serán las mismas condiciones que se presentarán ahora.
Si hablamos de vidas pasadas siempre se nos dice que la que se tiene ahora es una simple continuación de la vida pasada, la cual también es una continuación espiritual, interna y evolutiva. Sin embargo, esto no quiere decir que quien fuimos en el pasado, y lo que hacíamos, será necesariamente lo que deberemos continuar en el presente; porque entonces ¿dónde quedaría la evolución que se supone nos brinda cada vida? De ser así estaríamos en una constante repetición de la repetidera y por lo tanto no tendríamos desarrollo ni superación.
Desde el punto de vista de la reencarnación, el espíritu no tiene sexo, en una encarnación somos hombre y otra podemos ser mujer, los sentimientos varían de acuerdo a la relación presente, nos referimos con esto a que, quien fue mi hijo en el pasado en esta vida puede ser mi madre, mi esposa, o incluso, mi amigo o enemigo; el cuerpo, en todo caso, es una herramienta que aloja a nuestro ser y nos permite realizar los cambios, ajustes y conciliaciones internas necesarios a nuestra evolución. El espíritu con esto crece y evoluciona, buscando ser más consiente, más íntegro, y fuerte.
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